Nuestros pequeños ángeles
Nuestros pequeños ángeles Siempre me habéis oído decir que los hijos no traen un manual de instrucciones bajo el brazo.
Pero desde que nacen hasta su madurez como adultos, aprenden todos o casi todos los comportamientos de sus padres, si en casa ellos ven gritos o malos tratos, cuando elijan a su pareja también lo harán. Lo tienen normalizado, así muchos de los comportamientos del día a día y sobre todo en el tema del consumo de sustancias, tanto legales como ilegales, ellos lo asimilan como normal.
Nuestros pequeños ángeles tiene gracia.
Que algunos de nuestros hijos, cuando uno de los padres o madres tiene excesos de consumo e incluso desarrolla la dependencia, el chico/a se vuelvan rebeldes y traten a su progenitor con desprecio. Ese sentimiento de cariño, de adoración que él había construido para con su padre o madre se derrumba como un castillo de naipes.
Le entra la frustración, la vergüenza de los amigos por no poder mostrar lo que él tiene, el no poder llevar a nadie a su casa por si alguno de ellos no está en condiciones. Siempre vigilante para que nadie lo sepa, y lo más denigrante, ya no es el número uno, hay otro ocupando su lugar.
Con ese enfado nuestros pequeños ángeles
Cualquier cosa podría pasar, desde el poco rendimiento en los estudios a una marcha prematura del hogar no le interesa las derrotas de esa casa, prefiere dar la vuelta y no reconocer ni a sus padres ni a nada, decide quitarse toda esa carga.
Otros tal vez un poco más mayores, se responsabilizan, ven que hay que tener soluciones, se implican y asumen el rol de padres, cuidan, mantienen y actúan con madurez. Pero la mayoría no saben el por qué, saben que algo pasa, que haciendo lo que hacen será la solución, si, es una ayuda, pero no la cura.
Nuestros pequeños ángeles
Cuando el enfermo en cuestión, se pone en rehabilitación, ellos se sienten desplazados y algunas veces defraudados y poco agradecidos, hay que darles tiempo para que vean la realidad, eso fue un parón, ahora sigo yo.
POR DESGRACIA, NUESTRA ENFERMEDAD, ATACA A TODO AQUELLO QUE NOS RODEA, Y MÁS, AQUELLO QUE MÁS QUEREMOS, POR ESO NO HAY QUE ESCONDER LA VERGÜENZA, TENEMOS QUE SER HONESTOS Y DECIRLO A TODA NUESTRA FAMILIA, PUES SON LOS QUE LA VAN A COMPARTIR.
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Impactante. Pues escribo ya lo que opino, porque me lo he leído de tirón. Pequeñas historias, algunas de ellas conmovedoras, otras intensas, otras increíbles, pero todas ellas con un nexo común. Una vivencia en primera persona de los sentimientos, circunstancias y con una óptica más explicativa que escusante. Me parece de lectura obligada para la concienciación de que esto es muy habitual y que cuanto más informado se esté, mejor. Sobre todo te deja muy claro hasta donde se puede llegar, prácticamente sin darte cuenta.