Las sombras de una adicción.
Las sombras de una adicción. Nuestra enfermedad proyecta más sombras que las del famoso libro, sombras que se esconden para salir cuando surgen los miedos, esos que muchas veces, por no empeorar nuestra verdad, ocultamos a los demás y como la fruta, al final se pudre y huele mal.
Las sombras de una adicción, la luz, nuestra luz particular.
Tiene que ser limpia, casi cegadora, que no tenga que guardar ninguna sombra para que cuando se vaya no deje ese oscuro cerco de dudas, secretos, mentiras para querer ser algo que no llegamos a poder tener.
Nosotros sabemos lo difícil que es empezar a vivir lo nuestro, tenemos que ser las personas más humildes de nuestro tiempo, tampoco ser tontos ni dejarse pisotear por cualquiera, el orgullo de intentarlo ya es moneda valiosa y se cotiza muy cara.
Las sombras de una adicción. Cuando aceptamos nuestra enfermedad.
La asumimos con todas sus ventajas y riesgos, con sus alegrías y sus llantos, pero con esperanza y deseo. Mis sentimientos van para quien quiera probar esta sensación, en principio, descargar y desnudarnos de todos los problemas que hayamos contraído estando en activo.
Contarlos nos hará más ligeros, las penas compartidas son menos penas, por su puesto, habrá que darles alguna solución, pero de uno en uno, no mentir para que todo cuanto digas lo puedas recordar al día siguiente, déjate ayudar, nadie es perfecto, los mejores en algo también fallan, si te equivocas con pedir perdón basta, y lo vuelves a intentar.
Las sombras de una adicción, son cosas tan simples.
Que el no intentar hacerlas llevan a considerables desastres, rupturas en la familia, desajustes personales, unos sentimientos de auténtica derrota que te conducirán a volver a la casilla de salida, y, que por tener tu ego tocado, ser el único que se siente herido, no será ni capaz de bajar ese pedestal de miseria y esbozar un perdón demostrando algo de cariño.
Remonta ese vuelo, como tu particular ave Fénix, pisa fuerte y demuestra que ahí hay un hombre dispuesto a todo.
EN NUESTRA GUERRA, DE VEZ EN CUANDO, HAY ALGUNA BAJA HAY QUE VENDAR ESA HERIDA Y SEGUIR LUCHANDO, POR NOSOTROS, POR MI, POR QUE QUIERO.
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Impactante. Pues escribo ya lo que opino, porque me lo he leído de tirón. Pequeñas historias, algunas de ellas conmovedoras, otras intensas, otras increíbles, pero todas ellas con un nexo común. Una vivencia en primera persona de los sentimientos, circunstancias y con una óptica más explicativa que escusante. Me parece de lectura obligada para la concienciación de que esto es muy habitual y que cuanto más informado se esté, mejor. Sobre todo te deja muy claro hasta donde se puede llegar, prácticamente sin darte cuenta.